abusos verbales


Ayer en las fiestas de la Mercè viví una de esas situaciones de las que tanto he leído en blogs y que de verdad pensaba que no iba a vivir jamás.

Mientras esperaba a que mis amigos salieran del baño, pasaron un grupo de 4 o 5 chavales, jóvenes y borrachos haciendo comentarios desagradables y actuando como monos. Al cruzarse conmigo hicieron el típico comentario sobre: fat girl. Pensando que eran ingleses, me giré y les contesté: Like your mother, for exemple? Para mi sorpresa los chavales eran españoles y su siguiente comentario (tras gritar como monos retrasados) fue: hahaha ¿la violamos y le hacemos un bukake?

En ese momento mi cara cambió. Y tuve una mezcla de sentimientos, que alternaban entre: Menudo asco me dais, chavales y ¿que tal si te pego una patada en la boca y te mando a Cuenca a recuperar los dientes?

Era obvio que no iban a hacer nada, en medio de las fiestas de la Mercè, con un montón de gente al lado, pero esa no es la cuestión, la cuestión es que, ese día esas eran las condiciones, pero cuales serán las condiciones el próximo día que estos niñatos que van de machitos se emborrachen y se encuentren con una niña de autoestima baja, que no sepa que contestar y acaben llevandosela a un descampado en contra de su voluntad?

No quise ni entrar al trapo, mis colegas salieron y les pedí que nos fueramos, porque los chavales daban bastante asco... porque me conozco, y la rabia era tan grande, que se que habria perdido el control y me habría liado a ostias con ellos.

De camino a casa me acordé de los blogs, de todos esos textos y proyectos sobre abusos verbales que miles de mujeres han pasado, de Itziar Ziga, de Virginie Despentes y sobre todo de esa reflexión que aparece en Teoría King Kong, en la que dice que si caemos nos levantamos y si no estamos dispuestas, mejor nos quedemos en las falditas de mamá. Yo, si caigo me levanto. Y estas mierdas no van a hacer que me cojan miedos, ni que empiece a comportarme como una niñita hija del heteropatriarcado, me niego a pedirles a mis amigos que me acompañen a casa, me niego a pasear con miedo, y me niego a quedarme en casa esperando a que un príncipe azul me de permiso para salir.

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